CARTA DE COBIJA
Somos el pueblo de todos los pueblos. Somos los hombres de la selva y las mujeres de la lluvia, somos la Panamazonía, el corazón del planeta.
En nuestras
tierras y ríos se desarrolla una batalla decisiva para los destinos de la
Humanidad. De un lado las corporaciones transnacionales, agronegocio y la gran minería promueven la destruición de
nuestras florestas y nuestras aguas en nombre de un progreso que beneficia tan
solamente los dueños del capital. De otro, estamos nosotros, indígenas,
campesinos y campesinas, quilombolas, trabajadores y trabajadoras de los
campos, de la mata y de las ciudades luchando por nuestros territorios, por los
derechos de la Madre-Tierra, por nuestras culturas, por nuestros derechos de
vivir bien, en harmonía con la naturaleza.
El precio de
la destruición sistemática de la naturaleza es una crisis ambiental sin
precedentes, cuyos primeros señales están en el derretimiento de los glaciares
andinos, la diminución del caudal de los ríos, la contaminación de los ríos,
riachuelos e igarapés, las secas y encientes en la Amazonía causados por la
minería descontrolada, la explotación petrolífera en la selva y el agronegocio.
Tal situación es agravada por los mega-proyectos, como la construcción de
represas de grande envergadura en los ríos amazónicos, la privatización de los
bosques y grandes obras de infraestructura que son desarrolladas sin consulta a
los pueblos que ha siglos viven en estas
regiones.
Reafirmamos
más una vez que para detener este ciclo de muerte es necesario defendernos
nuestros territorios exigiendo lo inmediato reconocimiento y homologación de
las tierras indígenas, titulación colectiva de las tierras quilombolas y comunidades
tradicionales, bien como el pleno derecho de consulta libre bien informada y
consentimiento previo para proyectos con impacto social y ambiental. Defendemos
consultas realmente democráticas y con efecto vinculante para evitar fraudes y falsas consultas como
ocurridas en pasado reciente con los indígenas brasileños durante la construcción de las presas de
Santo Antonio, Jirau y Belo Monte.
La Madre
Tierra no es un producto, no puede ser vendida ni mercantilizada. Por eso
rechazamos el capitalismo verde que solo agrava la crisis social y ambiental,
siguiendo la misma lógica de busca desenfrenada por lo crecimiento económico,
concentración de la riqueza y del poder, bien como la apropiación de los bienes
comunes. La llamada economía verde quiere hacer de la crisis climática un
grande negocio dejando intocado lo modo de producción que, asociado al
patriarcado y al racismo, está levando el planeta y su población al agotamiento
y la degradación. Somos contra el pago de los servicios ambientales, la mercantilización
y financerización de la naturaleza,
también denunciamos la flexibilización
de las leyes ambientales con objetivo de favorecer las grandes empresas.
Defendemos y
construimos la alianza entre los pueblos de la floresta, de los campos y de las
ciudades. Hacen parte de nuestro patrimonio común la lucha de los campesinos y
de las campesinas por la tierra, los derechos de los pequeños agricultores y de
las pequeñas agricultoras, asistencia técnica, crédito barato y simplificado, y
los justos reclamos por salud, educación, transporte y viviendas dignas para
todos.
Luchamos por
una sociedad sin exclusiones, con libertad, justicia y soberanía popular.
Combatimos en el cotidiano todas las formas de explotación y discriminación
basadas en genero, etnia, identidad sexual y clase social. Particularmente, nos esforzaremos para superar la
invisibilidad de la población afrodescendiente en sus luchas y propuestas sobre
poder, autonomía y territorio.
Al mismo tiempo que avanza la ofensiva del grande capital
sobre Amazonia también se multiplican los esfuerzos de la resistencia de los
pueblos. A nivel mundial, la Cumbre de los Pueblos, realizada en el Rio de
Janeiro, en junio/julio de 2012, representó un extraordinario avanzo en la
unidad de todos que sueñan y luchan por un otro mundo. En el territorio
amazónico surgió las alianzas de los ríos, uniendo diversos pueblos en la lucha
contra las presas, también tomó impulso los movimientos contra la explotación
mineral en tierras indígenas y contra la construcción de obras de
infraestructura sin lo necesario consentimiento previo. En los Andes gana
impulso el combate contra los daños provocados por la minería a cielo abierto.
Hace parte de nuestra lucha contra el modelo colonial de
explotación, exigir medidas que protejan las comunidades tradicionales de la
biopiratería, preserven, valoricen y desarrollan sus saberes y conocimientos ancestrales. De
la misma manera, luchamos por la construcción de ciudades justas, democráticas
y sostenibles, adecuadas a las diferentes realidades
de cada región, contemplando la diversidad de los atores sociales que viven en
esas ciudades. Por los mismos motivos también defendemos la soberanía
alimentar, la economía familiar, el extractivismo comunitario y la
agroecología. Destacamos la importancia estratégica de la lucha por la
democratización de los medios de comunicación, inseparable de la práctica de la
libertad de expresión, que es vital para establecernos los diálogos entre los
distintos pueblos de la Amazonía y del mundo.
En este
sentido, afirmamos nuestro apoyo a la Carta de La Tierra y la Declaración de
Cochabamba. Sus palabras continuarán guiando nuestros pasos.
En la
Panamazonía, como en toda a América Latina, enfrentamos el militarismo que actua
como mediador entre el colonialismo y el imperialismo. Condenamos los intentos
de criminalización de los movimientos
sociales, de la pobreza y de los pueblos indígenas. Repudiamos el colonialismo francés en la
Guyana y apoyamos los esfuerzos de
sus pueblos para alcanzaren la independencia. Saludamos
el comienzo de las negociaciones de paz en Colombia y esperamos que sus
resultados sean una paz con igualdad y la justicia social. De la misma manera,
protestamos contra las barreras que intentan impedir la libre circulación entre
los pueblos de nuestros países, defendemos los derechos de los migrantes y de
todos aquellos que buscan otras tierras
para tener una vida libre y digna. Queremos un mundo sin fronteras. Un mundo
donde el estado garantice la protección de los patrimonios sociales y
naturales. Un mundo donde contengan
todos los mundos.
En este VI Foro Social Panamazónico queremos especialmente saludar
la resistencia del pueblo palestino – nuestros Hermanos y nuestras Hermanas del
desierto – y decir que seguiremos con nuestro apoyo a su lucha por una patria
libre e independiente. También homenajeamos nuestros hermanos y hermanas
mártires que derramaran su sangre en los masacres de Bagua, Pando y a todos
indígenas atingidos por la violencia de los explotadores.
Acá en Cobija,
tierra amazónica de Bolivia, triple frontera entre Peru, Brasil y Bolivia, bajo
la protección de la seringa y la castaña, símbolos de la Amazonía Boliviana,
lanzamos nuestro llamado: Por la unidad de los pueblos amazónicos para
transformar el mundo.
Cobija, 01 de Diciembre de 2012
VI Foro Social Panamazónico
ASSEMBLEIA FESTIVA DE APROBACIÓN DEL LA CARTA DEL VI FSPA...
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